TERRORISMO PARANACIONAL
Una profecía escrita en 1983
El extremo de violencia y cambio más nuevo y que más sacude al mundo es lo que llamo paranacionalismo - cualquier intento organizado de atraer la atención hacia los males del status quo en cualquier lugar del mundo, a través de actos terroristas.
Su meta es destruir las actitudes basicas de la gente, que sostienen la formación de poder y privilegio – convenciones tan esenciales y fundamentales de una sociedad que aun para la mente política radical, los intentos parecen insensatos y hasta psicóticos. Esto es así especialmente dado que los medios violentos empleados, generalmente acarrean la muerte y el daño de personas inocentes.
El paranacionalismo puro no predica revolución, anarquía, nihilismo o fantasía ideológica. No es idealista en lo más mínimo. Usando la violencia indiscriminada contra las expectativas, los valores y las lealtades que no se cuestionan de la sociedad occidental, su arma estratégica es la violencia misma. En vez de enfrentarse con la policía, los paranacionalistas se enfrentan con los políticos y los líderes de la sociedad como un medio de afectar a la gente. Saben que nadie puede afectar directamente a la gente, la cual en una sociedad moderna está completamente escudada del cambio por los medios de comunicación masivos, las autoridades y las convenciones sociales.
Para el paranacionalista, la gente es tanto el enemigo como el objetivo.
Esto parece una contradicción pero para el terrorista dedicado, en el mundo occidental no hay gente, sólo hay posiciones. En su percepción, la gente actúa a partir de sus posiciones. Hay que destruir las posiciones en la mente de las personas para llegar a la persona real, el individuo. Entonces los terroristas no muestran el tipo de piedad ni de compasión con el que se relacionan las personas convencionales con posiciones convencionales.
Los terroristas paranacionales son una nueva raza de luchadores suicidas, como los guerreros kamikaze de Japón (cuyo nombre traducido significa "Viento Divino"). Para los terroristas paranacionales la muerte no es nada, y vivir es innoble una vez que se ha visto la maldad de las "posiciones sin personas".
La mente convencional o las actitudes occidentales no pueden comprender las motivaciones de los terroristas porque éstas operan en un nivel subconsciente; representan un nuevo fenómeno psicológico que surge del inconsciente del hombre. Su único propósito es destruir la certeza de la mente occidentalizada.
El paranacionalismo depende del terror y el horror crudos de sus acciones indiscriminadas para hacer penetrar profundamente su idea o mensaje como un clavo de acero en el subconsciente de la humanidad, a través de la armadura del enemigo: la posición satisfecha de las masas. Apunta al individuo, no a las masas. Cada acto terrorista tiene un mensaje subliminal que se aloja en algún lugar de la psiquis humana, donde lentamente se elevará a la conciencia entre la generación más joven, los gobernantes de mañana. Pero desde el punto de vista occidental, las motivaciones de los terroristas, al igual que sus logros, son inescrutables.
En este tipo de terrorismo no hay una búsqueda de poder convencional, no hay recompensa personal aparte de la muerte. Como precursores de una nueva cultura que se aproxima, los terroristas paranacionales tienden a entrar en la civilización occidental desde el Oriente geográfico. El terrorismo golpeará más horrorosamente y más a menudo allí donde el proceso de occidentalización esté más avanzado y sea más probable ultrajar la conciencia ética social. Pero el terror paranacional no está restringido a las democracias. Como nueva expresión de poder, actualmente está mezclado con luchas nacionalistas y religiosas en todos los continentes. Todavía no se ha divorciado de estas luchas convencionales por la libertad ni ha realizado su identidad y su tarea independiente – tal como no ha hecho todavía lo peor e inconcebible.
El principio del fin
Las primeras ondas de impacto del paranacionalismo, que no se notan o son olvidadas por la mayoría casi tan rápidamente como desaparecen de los titulares, representan el principio del fin de la civilización occidental. El milenio de la declinación está aquí. Es difícil imaginar que sea posible que nuestro familiar modo de vida como modo de progreso llegue a su fin. La población de las grandes civilizaciones pasadas probablemente sintió lo mismo. Ninguna civilización parece ser capaz de visualizar a su sucesora. Y sin embargo, todo yace en el polvo aparte de unas pocas reliquias.
Virtualmente no queda nada de tiempo. Justo antes del fin podrá haber un breve florecimiento cultural final, el resultado natural de nuestros logros civilizadores. Este florecimiento se distinguirá por el sentimiento en el individuo o en la sociedad de que la vida alcanzado a alguna cima valiosa.
Algún día podrá decirse que la civilización occidental les dio a más hombres más años para vivir con mejor salud, comodidad y lujo – para que finalmente pudiese destruir más que si no hubiese existido nunca. Cualesquiera sean los medios de destrucción, a través del terrorismo, la devastación nuclear o algún otro cataclismo, las barreras que separan a las diferentes naciones y los diferentes pueblos caerán. Son anacronismos intolerables en una civilización mundial.
La evolución prosigue en este planeta de modo discontinuo, en distintas etapas en el tiempo, en las cuales el proceso se detiene, se junta, estalla... y del desorden y el caos salta el Zeitgeist, el espíritu de la era, para sembrar un nuevo intento de civilización que contenga aquello que fue lo mejor de la vieja.
Barry Long
© The Barry Long Trust
Un extracto del libro de Barry Long The Origins of Man and the Universe
(Los Orígenes del Hombre y del Universo).